martes, 3 de junio de 2008

Como saber si le gusto a una mujer y la verdad sobre los indicadores de interes (IDIs)

Una mujer sabe mucho más de lo que realmente cree saber. Ésta es una de las principales conclusiones a la que llegan los estudios del comportamiento de una mujer atraída a un hombre.

Por ejemplo, toda mujer sabe cómo corresponder a los requerimientos amorosos de un hombre que es atractivo para ella. Sabe cómo frenar una relación no deseada o cómo alentar a su posible pareja. También sabe cómo controlarse para no parecer demasiado interesada. La mayoría de las mujeres no pueden precisar con exactitud cómo lo hacen. Muchas ni siquiera se dan cuenta de que la técnica es casi enteramente un comportamiento inconsciente, a pesar de que durante la fase del coqueteo, los detalles de este tipo pueden transformar un tema ambiguo, como el del estado del tiempo, en una insinuación por demás seductora.

Una mujer, por ejemplo, se transforma súbitamente en más bella, cuando responde a un estímulo emocional como la atracción sexual hacia un hombre, lo cual desencadena cambios sutiles en su organismo. En su fría manera de expresarse, los especialistas definen este delicioso fenómeno como "un estar en disposición para el coqueteo inmediato".

En parte, esta disposición se debe a la tensa inflexión muscular: los músculos se comprimen respondiendo a un toque de atención, de manera que todo el cuerpo se pone alerta. En el rostro, las arrugas que normalmente están muy marcadas, tienden a desvanecerse, del mismo modo que las bolsas debajo de los ojos. La mirada brilla, la piel se colorea o se torna más pálida y el labio inferior se hace más pronunciado. Una mujer que generalmente tiene una postura pobre, suele enderezarse, disminuye milagrosamente el vientre prominente y los músculos de las piernas se ponen tensos; este último efecto suele representarse en las fotos sexy y vulgares. También se altera el olor del cuerpo y algunas mujeres afirman que se modifica la textura de su cabello. Lo extraordinario es que una mujer puede sufrir todas esas transformaciones y no tener conciencia de ellas.

Las mujeres durante el juego de la seducción también suele ocuparse de su arreglo personal: las mujeres juguetean con el cabello o se acomodan repetidas veces la ropa; se pasa la mano por el cabello o se endereza el vestido. Por lo general, éstos son gestos inconscientes que se hacen automáticamente.

A medida que avanza el coqueteo, las señales son obvias: miradas rápidas o prolongadas a los ojos del otro. Pero también existen algunos signos menos obvios. Durante la seducción la mujer se enfrentan abiertamente a su potencial pareja. Rara vez vuelven el cuerpo hacia un lado. Se inclinan hacia el hombre y en algunas ocasiones extienden un brazo o una pierna, como para no dejar pasar a ningún intruso.

Algunas veces, la mujer realiza roces sustitutivos: una mujer puede pasar suavemente el dedo por el borde de una copa en un restaurante, o dibujar imaginarias figuras sobre el mantel. Otras veces adopta actitudes provocativas: cruza las piernas, dejando entrever parte del muslo; apoya la mano en la cadera e inclina desafiante el busto hacia adelante; o se sienta como ausente y se acaricia el muslo o la muñeca. Las mujeres durante el coqueteo ladean la cabeza, y emplean señales genéricas como la inclinación pelviana. El mostrar la palma de la mano es quizás el más sutil de todos los signos. La mayoría de las mujeres mantienen las manos cerradas y sólo raramente dejan ver las palmas. Pero mientras dura el coqueteo, las enseñan constantemente. Aun en gestos que se realizan con la palma hacia adentro, como podría ser fumar o taparse la boca al toser.
La mayoría de nosotros al pensar en el coqueteo consideramos en primer término las sensaciones internas —una excitación que proviene decididamente de nuestras vísceras—. Todo lo narrado anteriormente nos puede parecer artificial. Como investigadores del comportamiento humano, los especialistas se limitan a estudiar esta rama y se niegan a especular sobre los sentimientos, basándose en el hecho de que éstos no pueden medirse científicamente. Más aun, ni siquiera pueden identificarse con certeza.

Obviamente, los sentimientos están presentes. En el punto culminante de la seducción, por ejemplo, uno mujer se siente atenta, atraída hacia la pareja, llena de euforia. Los gestos que se realizan para tratar de mejorar el aspecto personal son la consecuencia de una repentina toma de conciencia del propio yo. Las caricias diferidas o subrogadas forman parte de ese delicioso conflicto que se plantea entre el deseo de tocar y el sentimiento, de que, tal vez no se debe, conflicto que por lo general es subconsciente. La inclinación pelviana puede llegar a ser una señal tan sutil y automática, al punto que una mujer que camina por la calle distraídamente, se asombra al registrar una sensación semejante en su pelvis cuando se cruza con un hombre que le resulta atractivo; por supuesto, lo mismo puede ocurrirle al hombre. Mostrar las palmas de las manos es otro gesto inconsciente.

Resulta tentador extraer una conclusión simplista sobre este hecho y decir que cuando una mujer muestra la palma de la mano está tratando de conquistar a un hombre, consciente o inconscientemente. Algunas veces es así, pero este mismo gesto también suele significar una bienvenida. Puede no tener connotación sexual alguna, a no ser que ocurra durante un período de galanteo y se relacione con otros gestos indicativos específicos. De cualquier manera, suele producirse con tanta rapidez o sutileza que sólo el ojo avezado puede detectarlo. Personalmente no lo he logrado nunca, con excepción de un par de veces en que me lo han indicado, especialmente en películas pasadas en cámara lenta. Allí resulta obvio: en un intervalo de pocos segundos, durante un normal movimiento de brazos, la palma aparecía hacia arriba, abierta y enfrentaba a la otra persona, indefensa y pidiendo protección. En la vida cotidiana, uno suele interpretar erróneamente este hecho cuando no ocurre en realidad. En una reunión, por ejemplo, la dueña de casa recibía a todos los invitados mostrándoles las palmas de sus manos, excepto a alguno de ellos, y presumiblemente, éste era el invitado que menos le gustaba.

Los estudios realizados hasta el presente sobre la conducta durante el coqueteo son fascinantes en sus detalles: representan una tentación para el lector y por este motivo, se puede fantasear al respecto. Una joven mujer que conozco tenía un buen amigo, pero un día decidió que necesitaba algo más que un buen amigo. Se preguntó si podría hacérselo saber empleando con él algunos de los sutiles métodos del galanteo. Pero el problema radica en que, al tratar de fingir —a no ser que se trate de un actor de primera— siempre aparece una falta de asociación, algo que resulta calculado o directamente torpe, porque en el mensaje corporal existe una indicación de que algo, en alguna parte, no es real.

Hay un libro muy bueno que compré recientemente sobre este tema llamado “como saber si le gusto”, este libro contiene muchas respuestas especificas sobre como saber si le gustas a diferentes tipos de mujeres y en diferentes tipos de situaciones, pueden verlo aquí:
http://www.comosabersilegusto.com/

Les saluda atentamente,

Nelson Navarro

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